Miguel Gómez Aránega cuenta...
Cuenta cómo y dónde se te ocurrió la idea de escribir tu obra.
Aparte de mil ideas que me bullían en la cabeza para dejar algo de mí en la posteridad, como digo en alguna parte del trabajo, pasaba yo por el Paseo de Zorrilla y alguien me llamó por detrás. Me extrañó que alguien me conociera por aquel barrio y me volví para ver quién era. Casualmente un compañero de trabajo de muchos años en la Renault. Me contó los problemas que tenía con la mujer y pensé que debería ayudarle de alguna manera.
Empiezo con un Power Point que llamo: Yoga y su aplicación a crisis psico-depresivas y problemas de pareja. Al final surgen las más de mil páginas que conocéis.
Plasmarlo en papel no se me ocurrió hasta que me convenció la directora de la editorial. Como no me gusta quemar los bosques, siempre había pensado en la edición electrónica y difusión telemática. Tampoco me arrepiento cuando siento los libros con la vista, con el tacto… y puedo presentarlo a las amistades.
¿De dónde sacaste la información? Cuéntame cómo fue el proceso de escritura.
La información correspondiente a la documentación me llega, o la busco, en diferentes fuentes: bibliografía, documentales, cursos, fascículos, diccionarios, google, Wikipedia… Selecciono los capítulos que a mi juicio son de obligado conocimiento para la evolución integral del individuo y de paso para la evolución de la Tierra y de la Humanidad.
Una vez seleccionado el capítulo a desarrollar, divido la pantalla de 17” en dos partes, a veces en tres, y voy trasvasando información al tiempo que adapto la terminología al fin que me propongo.
En parte es hobby y en parte tengo la sensación de que puedo ayudar a alguien. No tanto de mi generación como de las que vengan más tarde.
¿De dónde te vienen las ganas de escribir?
La idea ya te lo he contado. Las ganas me vienen de siempre; pero no sé de dónde.
En una reunión de aspirantes a colaborar en Red Íncola, ONG de ayuda al inmigrante, van preguntando a cada uno que qué es lo que más les gusta. A unos un paseo por el pinar, a otros una merienda con los amigos. Cuando yo iba a enumerar me informa la organizadora que solo puedo decir una cosa. Digo “escribir” y se quedaron todos algo pasmados.
¿Cuánto tiempo te llevó escribir el libro?
Trabajando solo por las tardes, después de la siesta, de 5 a 8, más o menos, te podría decir que unos cinco años. Puede que más. No estoy muy seguro.
¿Cómo compaginaste tu vida cotidiana con la escritura del libro?
Estoy jubilado desde el año 2002 y no tengo familia. Tan solo 6 hermanos, muchos sobrinos y sobrinietos.
¿Cuáles fueron las principales dificultades con las que te encontraste?
Las mayores dificultades han estribado con toda seguridad en la parte gráfica. He sacado casi todas las fotografías y dibujos de internet, y son muchas, para más tarde tener que buscar una por una de donde la había sacado y buscar una semejante, que no me gustaba tanto, pero que estaba autorizada, y sustituirla.¿Tenias un sitio especial para escribir?
Cuando estaba en Vera, escribía desde la cama. En mi ermita de anacoreta a dos kms de Dueñas, en la mitad de ningún sitio, no viene nadie a molestarme. Veo unos árboles desde la ventana, el Pisuerga pasa a 50 m. y el aire es limpio. No se oye ningún ruido. El ambiente es adecuado, tanto para escribir como para meditar.
Cuéntame alguna anécdota sobre tu proceso de escritura
Al objeto de que no se perdiera todo el trabajo por un fallo informático o por un robo, siempre he llevado un pincho en el bolsillo, otra copia quedaba en casa y otra en el ordenador. Hoy que ya está todo editado, ya no necesito tomar tantas precauc ionesPor último ¿Qué quieres decirle a tus lectores?
Que con consciencia y con constancia seguro que estos libros, o aunque sea alguno de ellos, les van a ayudar en su progreso tanto físico como mental y espiritual.
Selecciono los capítulos que a mi juicio son de obligado conocimiento para la evolución integral del individuo y de paso para la evolución de la Tierra y de la Humanidad...
En parte es hobby y en parte tengo la sensación de que puedo ayudar a alguien. No tanto de mi generación como de las que vengan más tarde.