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La satisfacción de leer un buen libro bien maquetado
En muchas ocasiones se subestima la importancia de la maquetación de un libro y se asocia al trabajo del impresor. Muy al contrario, la fase de maquetación está relacionada con gran parte del proceso editorial.
Por lo general, con la maquetación se busca que la obra se pueda publicar en un formato físico (impreso y encuadernado), por lo que el proceso está muy relacionado con las artes gráficas. En los últimos años, la maquetación se ha dirigido cada vez más a los soportes de libros electrónicos y páginas web. En ambos casos, maquetar correctamente una obra puede ayudar a que su lectura sea más cómoda, y el lector encontrará un mayor placer en su experiencia.
La maquetación de un libro consiste en la organización de su contenido dentro de las diferentes páginas que lo componen. En un sentido más general, la maquetación sería el proceso por el que un conjunto de textos, con sus títulos y secciones, junto a imágenes e ilustraciones variadas, que pueden incluir sus pies de foto, pasan a formar parte de un diseño estructurado para que puedan ser leídos con un orden lógico, y usando diferentes recursos gráficos para distribuir los elementos de la obra, en función de su importancia relativa.
Algunos de estos recursos estéticos son el correcto reparto del espacio por medio del interlineado y de los cambios de página, la distribución en una o varias columnas, la intercalación de diagramas e ilustraciones en el lugar correspondiente del texto o la elección de una tipografía y unos símbolos concretos. Siempre partiendo de un sentido estético de la composición pero sin olvidar la necesaria legibilidad.
De esta forma, la maquetación se entrevera con la fase de diseño, complementándose de forma conjunta hasta el punto de casi confundirse. Sin embargo, el diseño tiene más que ver con la forma exterior de la obra, mientras que la maquetación se relaciona con el aspecto del contenido. Juntos, el diseño exterior y la maquetación, pueden llamar la atención de los posibles lectores, al convertir la obra en un ente atractivo y magnético. Así de útil resulta la labor del maquetador.
Los autores que hayan elegido el camino de la autoedición pueden verse muy beneficiados por este reclamo estético, al no contar con las ventajas de una gran campaña publicitaria. Salvo que estén muy seguros de poder realizar esta difícil labor, no deberían dudar en contratar los servicios editoriales de profesionales expertos. Solo así se asegurarán de que su libro tenga con el benaplácito del lector.